Continua cantando, pequeño niño

Y alza los brazos en el gran negro cielo

Alza tus brazos lo más alto que puedas

Así todo el universo resplandecerá

Moonchild – M83

Ｍｏｏｎｃｈｉｌｄ

Sentía aquel escozor en sus dedos, como hormiguitas escalando desde las yemas hasta su palma. Parpadeó varias veces, intentado visualizar algo más allá de ese blanco puro. Intento respirar, aunque el pecho le apretaba. Estaba tan cansado, la sensación de haber sido molido a golpes se encontraba ahí, con cada movimiento que trataba de hacer.

Chrona volvió a pestañear, a pesar de sentir los parpados pesados. El escenario blanco se teñida de colores, formándose un hermoso paraje. El muchacho sonrió levente, suspirando, estirando sus dedos y acariciando el pasto. Un ligero viento frio lo estremecía, y se alegró por sentir aún algo a parte de los dolores en su cuerpo.

Podía escuchar su propia voz, entonando alguna canción que escuchó allá por Italia. Y el rumor de un río de fondo acompañaba su cantar, sin opacarla.

El de cabellos lila sabía muy bien que nada era real. Qué el frío viento y el fresco pasto era una simple ilusión, y que el río a sus espaldas no existía ni existió.

Incluso esos pasos, y aquella voz que endulzaba sus oídos cada vez que pronunciaba su nombre.

Lo sabía tan bien. El muchacho con ojos como el sol no podía estar a su lado en ese momento, acariciando sus asimétricos cabellos. Death the Kid jamás estaría en la luna.

Pero de todas formas se dejó llevar por ese bonito sueño, susurrando su nombre, hundiéndose en las falsas caricias.

Era su pequeña medicina para soportar la soledad en la luna. No estaba mal formarse ilusiones, o así lo veía el de ojos claros.

Tampoco se arrepentía de la elección que tomó, o del tiempo que pudo haber aprovechado para estar a su lado.

Prefería perderlo de esa forma.

A veces, cuando tenía esos sueños y su mente se perdía en la silueta de aquel chico, llamándole sin obtener respuesta alguna; se preguntaba si acaso también pensaba en él. Si acaso Death the Kid soñaba de la misma manera en que Chrona lo hacía.

Si acaso susurraba su nombre y la única respuesta era el eco junto a un eterno silencio.

Si acaso estiraba sus dedos en la negrura de sus sueños, buscando una luz que lo guíe hacía su persona especial.

Pero Chrona sabía algo.

Él no era esa persona especial. Y nunca lo sería.